Un Estado definido como potencia regional o internacional, está acompañado la mayoría de las veces, por una estabilidad política, crecimiento económico sostenido, uso de recursos naturales de forma responsable, agenda pública incluyente y altos niveles de calidad de vida. Cualidades integrales, así como plurales, que abonan al buen funcionamiento gubernamental y social.

 

Después de la crisis económica internacional iniciada en Estados Unidos en 2008, la acreditación a nuestro vecino del norte como potencia mundial para muchos académicos y especialistas en el tema ha cambiado. Desde entonces, la inestabilidad política ha estado marcando el rumbo del país, generando divisiones gubernamentales por factores ideológicos que sólo han polarizado y enfrentado a la sociedad.

 

Barack Obama se enfrenta a su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos con una agenda nacional e internacional bastante interesante que sin duda ponen en juego toda la habilidad política de la Casa Blanca y el Partido Demócrata. Por un lado, la Casa Blanca por medio del Ejecutivo, inició una fuerte ofensiva diplomática en contra del régimen autoritario del dictador Bashar al-Assad embarcándose en un conflicto geopolítico en el Medio Oriente, Rusia y China. A nivel nacional, una intensa batalla política ha paralizado al gobierno estadounidense, protagonizada por el Medicare y el techo de la deuda; y de personajes como el propio Barack Obama y el republicano John Boehner, actual presidente del Congreso.

 

En el primer escenario, el político nacido en el estado Hawái, logró salir avante y con el apoyo de potencias internacionales. El régimen de al-Assad ha decidido darle fin a su armamento químico, por lo que se espera el fin de una larga “Primavera Árabe” en el oriente próximo. La suerte que acompañó a Obama en su primera gran prueba no lo acompañó en la segunda. El cierre administrativo federal ha dejado sin trabajo a cerca de 8,000 empleados, mostrando señales de un gobierno debilitado por los conflictos y pugnas mezquinas.

 

La realidad muestra a una democracia presidencialista agotada y a un partido Republicano que por la derrota en las pasadas elecciones, se ha transformado en uno más radical de lo normal. Poco sensibles se han comportado ambos bandos al no pensar ni contabilizar los daños colaterales que se están ocasionando al largo plazo.

 

Las políticas de Estado existen y son exitosas cuando se piensa en la sociedad actual y en las futuras generaciones; en el caso estadounidense las políticas públicas han transitado al pragmatismo y oportunismo, llegando a ser irresponsables ya que no se enfocan en atender el problema de raíz.

 

En el escenario internacional no se han mostrado señales visibles de apoyo moral hacia el gobierno estadounidense, se han mantenido cautos y expectantes de cómo Washington juega con fuego.

 

 

¿Cuáles son los posibles escenarios?

 

Probablemente veremos una solución política ante la evidente incapacidad por parte del Congreso y la Casa Blanca. Las pugnas no podrán continuar en un escenario de desconfianza en los mercados internacionales y la utilización de fondos de emergencia. La situación no resistirá más en un escenario donde la contaminación comienza a jugar; literalmente no hay recursos para pagar a los basureros por lo que únicamente se recogerá 1 vez cada dos semanas.

 

Desde el continente asiático, China observa cómo cada vez es más obvio su posicionamiento de nueva potencia internacional ante la supuesta ingobernabilidad económica de Estados Unidos. Los ejes económicos están bien marcados, pero a su vez la balanza de poder deja de inclinarse a favor de Norteamérica para consolidarse en Alemania y China.

 

Por el bien de la economía mundial y de los ciudadanos estadounidenses, esperamos que la situación se resuelva. Los temas a negociar para que esto llegue a su fin son: Reapertura del Gobierno Federal, aumento del límite de la deuda y posibles reformas a las iniciativas del Presidente Obama.

 

 

Conclusiones

 

México tendrá que seguir expectante y cauteloso de los posibles daños colaterales por la  dependencia compleja con Estados Unidos; más allá que sea un tema de relevancia nacional, los “residuos” de dichos conflictos afectan a las periferias.

 

La parálisis gubernamental por riñas políticas no son ajenas en las potencias internacionales. Sin duda, los conflictos políticos son parte constante, sin embargo saben cómo manejarlo y sobre todo resolverlo. El cierre indefinido de la administración federal en Estados Unidos que comenzó el pasado 1 de octubre, muestra un claro y fuerte debilitamiento del Ejecutivo y una posible carencia de liderazgo político en el país. Republicanos y Demócratas deberán llegar a un acuerdo por la ciudadanía y no por la cuestión electoral; tendrán que demostrar su respaldo con sus electores y el cerca de un millón de desempleados.