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Imagen: El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad y el rey saudí Abdullah.

Foto: AP, 03 de marzo de 2007 

Inmunidad al cambio o simple represión social: los casos de Arabia Saudita e Irán
 
 
Por: Víctor Antonio Gómez Gil Juárez

Abstract



 

Diversos cambios políticos y sociales han ocurrido en el Medio Oriente a razón de la denominada "Primavera Árabe". En ese sentido, Víctor Gómez Gil nos señala el desarrollo de estos movimientos en dos países claves de la región: Arabia Saudita e Irán, ¿cómo se llevaron a cabo las protestas sociales, cuáles han sido las reacciones de esos gobiernos ante las mismas?. 

 

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20 de noviembre de 2013



Los movimientos sociales que iniciaron el 9 de octubre del 2010 en el Sahara Occidental son considerados, por el sociólogo Noam Chomsky, como la apertura de lo que más tarde sería denominada la “Primavera Árabe”. Una revuelta social del pueblo saharaui en contra de la ocupación territorial de Marruecos, principalmente en El Aaiun, ésta revuelta no recibió una cobertura mediática mundial ni fue considerada por la prensa como el inicio de un movimiento aún mayor para el Norte de África, hasta que el 17 de diciembre del mismo año las calles de Túnez se llenaron de manifestantes que reclamaban la caída del gobierno del presidente Ben Ali. Desde el movimiento Saharahui y hasta la fecha (marzo de 2012) suman diecinueve naciones árabes y una persa que han sufrido movimientos sociales similares, aunque únicamente diez de ellas han desencadenado un cambio gubernamental; Jordania, Omán e Irak, por ejemplo en un lado, y de esta cifra, son cuatro naciones que han experimentado el derrocamiento de sus regímenes; Túnez, Egipto, Yemen y Libia, por el otro lado, así como una nación que continua con un conflicto armado, Siria.
 
Asimismo, esta “Primavera Árabe” es considerada, por Immanuel Wallerstein, como la “Segunda Rebelión Árabe” herencia de los movimientos anticolonialistas y antiautoritarios de 1968. Mismos que no lograron ser concretados en su momento por diversas condiciones, como por ejemplo, la bipolaridad de la Guerra Fría, pero que tras la caída del Muro de Berlín hubo un relajamiento sistemático de los gobiernos autoritarios árabes, qué sumado al empobrecimiento social causado por la crisis económica del 2008, permitió la unificación de las condiciones sociales adecuadas para el resurgimiento de los movimientos antiautoritarios. Asimismo, es preciso señalar que algunos países occidentales, entre ellos Estados Unidos y Francia, han calificado estos movimientos como una “Revolución Democrática” que busca el cambio de un régimen autoritario por uno republicano y con libertades sociales, como las ofrecidas en Occidente.
 
Esta injerencia occidental sobre el posible fin de las manifestaciones es calificada por Irán como un “secuestro”, en primer lugar, debido a que la democracia nunca ha existido en esta zona, y por lo tanto el conocimiento sobre la misma es muy poca o prácticamente nula. En segundo lugar, el país persa manifiesta que los países occidentales buscan únicamente implantar sobre los nuevos gobiernos una influencia disfrazada de democracia donde la soberanía del país pase a segundo plano después de los intereses occidentales. Asimismo, la Dra. Sarmila Bose expone (Al Jazeera, What if the “people” don’t want democracy, 20 febrero 2012) que en el Norte de África y países árabes, menos del 35% de la población tiene idea sobre lo que significa la democracia, y expresa que por el contrario una gran mayoría prefiere un gobierno de “mano dura”. Entonces, puede observarse que existen actualmente dos países que se resisten enérgicamente ante cualquier tipo de cambio gubernamental parcial o total, ya sea resultado del descontento social o de la influencia extranjera, el Reino de Arabia Saudita y la República Islámica de Irán.
 
Primero, es necesario asentar que en el Medio Oriente, Arabia Saudita e Irán junto con Turquía e Israel, son los actores más poderosos de la región, debido a su posición geoestratégica y alianzas internacionales. Pero en el caso específico de Arabia Saudita e Irán su papel dentro de la región es de una importancia mayor. Comenzando con la religión, donde el primero mantiene el control sobre los lugares sagrados de La Meca y Medina para los suníes, mientras que el segundo guarda a Qom para los chiíes. Dentro del plano económico, ambos se ubican dentro de la primera y segunda posición respectivamente, como los mayores productores de petróleo en el mundo. Además, ambos países son considerados por la gente pobre de otros países de la región, como el país al que hay que emigrar para poder elevar su nivel de vida y el de sus familias. Del mismo modo, en cuanto al régimen político que los gobierna, ambos comparten un sistema político de corte confesionista y extremadamente autoritario. Y finalmente, en cuanto a sus alianzas económicas y militares, Arabia Saudita mantiene una estrecha relación con Estados Unidos, mientras que Irán hace lo propio con Rusia y China.
 
Durante la presente etapa de la “Primavera Árabe” o “El Despertar Islámico”, como es llamado por los ayatolás iraníes, las revueltas sociales han encontrado un rechazo represivo por parte del gobierno. En Arabia Saudita, comenzaron los disturbios el 21 de enero del 2011 y después de quince minutos la policía detuvo las protestas dejando un saldo de entre treinta y cincuenta personas detenidas y ocho personas muertas. Mientras que en Irán movimientos sociales similares dieron comienzo el 14 de febrero del 2011 y
del mismo modo fueron inmediatamente reprimidas por el gobierno, dejando un saldo de tres personas muertas y decenas de detenidos. Después de dichos eventos, analistas de todo el mundo han intentado, en numerosas ocasiones, definir sobre la aparente inmunidad que tienen estos dos gobiernos ante un posible cambio de régimen, tal y como ha ocurrido con otros países del Medio Oriente, siendo así que algunos centros de inteligencia occidentales han llegado a augurar la posible caída del régimen de los ayatolás en Irán como resultado de la “Primavera Árabe”.
 
Segundo, para poder encontrar una posible respuesta a esta incógnita es necesario realizar un análisis individual de ambos actores. En primer lugar, el actual Reino de Arabia Saudita, fue fundado en 1932 por Abdelaziz bin Saud, miembro de la dinastía Al Saud. Este reino es de corte confesionista y se rige como una monarquía absoluta que basa su gobierno de acuerdo a los principios islámicos de la corriente wahabita. Arabia Saudita se sitúa como el mayor productor de petróleo en el mundo y de los más ricos. Sin embargo, pese a su prospera economía y sus grandes universidades, las leyes sociales se encuentran muy restringidas y la mujer carece de igualdad ante los hombres, y padece de una coerción social donde, por ejemplo, no se le permite manejar un automóvil o salir a la calle sin la compañía de un hombre. Sin embargo, su posición política ante los derechos humanos e igualdad de género no son materia de divulgación en la prensa internacional debido a dos factores, la impermeabilidad del Estado y su alianza estratégica con Estados Unidos, país que ha promovido la “democratización” de los gobiernos autoritarios en el Medio Oriente, con excepción de su aliado.
 
A manera de ejemplo, durante los levantamientos sociales que ocurrieron dentro de Arabia Saudita y en su zona de influencia, léase el Reino de Bahrein, la posición de la casa saudí fue inmediatamente de un completo rechazo, apoyando el uso de la fuerza en contra de los manifestantes e incluso publicando una fatwa o ley islámica, qué expresara la ilegalidad religiosa de las protestas en contra del gobierno. Incluso, durante dichas revueltas sociales el reino saudí apoyo y promovió el uso de la fuerza militar del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) conformada por cientos de tropas saudí árabes y quinientas tropas de Emiratos Árabes Unidos para ayudar al gobierno bahreiní en contra de represión y apaciguamiento de los protestantes a partir del 15 de marzo de 2011. Mientras que al mismo tiempo, ambas casas monárquicas acusaban a Irán de encontrarse detrás de los levantamientos sociales bajo el supuesto de la relación religiosa que une a los bahreiníes con los iraníes.
 
En segundo lugar, la República Islámica de Irán, a diferencia de los demás países del Medio Oriente, fue el primero que se libro de forma satisfactoria del control autoritario de un monarca, el Shah Mohammed Reza Pahlevi, quien se encontraba bajo el control total de Estados Unidos pero que resultó derrocado por la “Revolución Islámica” de 1979. Desde entonces se rige el país persa bajo los fundamentos confesionistas del Islam chiíta y del Velayat-e Faqih o Reglas de la Jurisprudencia, donde se establece la legalidad de un gobierno teocrático en Irán, bajo el mando de los Ayatolás. A pesar de que en Irán, el clero es el órgano que realmente gobierna al país, su apertura social es considerada como mayor que la existente Arabia Saudita, siendo el país musulmán que más ha permitido la inclusión de la mujer en todos los ámbitos sociales y políticos. Por ejemplo, la matricula universitaria en Irán se encuentra compuesta en un 60% por mujeres, y asimismo, el gobierno considera que “el poder ver a las mujeres manifestarse con chador (prenda femenina islámica que cubre de cabeza a pies) o sin él, es una muestra de la importante participación política de la mujer en Irán”, situación que es ilegal para las mujeres en el reino saudita. Además, el país persa se presenta actualmente como el segundo productor de petróleo en el mundo y sus ingresos han sido visiblemente utilizados para el desarrollo educativo y tecnológico en el país. Sin embargo, el mismo gobierno es consciente del empleo de la fuerza en contra de los manifestantes durante las revueltas del 14 de febrero de 2011. Puesto que de acuerdo con su discurso político, “los protestantes se encuentran contagiados, pagados o manipulados, por los gobiernos occidentales que desean un cambio del régimen político islamista hacia uno controlable, como el del Shah Reza Pahlevi”.
 
En conclusión, poder señalar la inmunidad de un país cualquiera ante las manifestaciones sociales que promueven una mayor apertura social y gubernamental no puede ser señalada de forma ligera, así como el aseverar que la democracia es la respuesta a todos los problemas en el Medio Oriente. Por el contrario, es necesario ubicar que las manifestaciones de la “Primavera Árabe” no han surgido de pretensiones militares que busquen derrocar a un gobierno para favorecer sus intereses, ni por una clase burgués que busque una mayor participación política, sino que han sido manifestaciones de jóvenes que no pretenden volverse los nuevos políticos, pero si promueven un cambio gubernamental que sea más abierto y receptivo a las necesidades sociales, qué no busque el enriquecimiento personal acosta del empobrecimiento social y que no permita que el control de una potencia extranjera tumbe la soberanía y decisiones de una nación. Entonces, la inmunidad del Reino de Arabia Saudita y la República Islámica de Irán dependerán únicamente de su capacidad de adaptación a las exigencias sociales dentro del marco gubernamental que sea elegido por cada país, puesto que finalmente la historia ha demostrado que sin una sociedad que apoye al gobierno, hasta el gobierno más poderoso puede caer cuál Imperio Romano.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 






 
 
 

 



 
 
 
Víctor Antonio Gómez Gil Juárez. Lic. en Relaciones Internacionales por la FCPyS-UNAM, con una estancia temporal becada en La Trobe University, de Melbourne, Australia por IDP Peace Scholarship Program. Además, cuenta con un diplomado sobre Medio Oriente por la Universidad Iberoamericana y otro sobre Derechos Humanos en el Islam por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
 
Actualmente estudia la Especialidad en Inteligencia para la Seguridad Nacional en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP). Labora como profesor docente en el Centro de Estudios Superiores de la Escuela Mexicana de Turismo y da la cátedra de Medio Oriente en la Universidad del Valle de México Campus Cuernavaca. Cuenta con publicaciones y colaboraciones en diversos medios electrónicos.
 

El Aleph es un proyecto universitario de estudiantes y egresados de la UNAM, que mediante diversas herramientas multimedia debaten sobre los temas más relevantes del acontecer internacional.

 

"El lugar donde caben todos los lugares"

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