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Imagen: AFP/GETTY, 2012. 

La amenaza iraní o el juego geoestratégico de
los Estados Unidos
 
Por: Víctor Antonio Gómez Gil Juárez

Abstract



 

La situación contemporánea en el Medio Oriente puede ser interpretado por unos cuantos como una situación de constante amenaza, para otros sin embargo, significa la rutina en una región que sufre de constantes cambios y cismas. El programa nuclear iraní ha sido interpretado como una amenaza para Estados Unidos e Israel, pero siendo Irán parte de la Organización Internacional de Energía Atómica y miembro del Tratado de No Proliferación, vemos que la retórica estadounidense pretende confundir al público e infundir temor ante la comunidad internacional, cuando otros países como Israel, han demostrado ser una mayor amenaza.

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23 de octubre de 2013



En la actualidad existe un tema muy polémico dentro del espacio del Medio Oriente que mantiene a la comunidad internacional en una tensión continua, principalmente a Estados Unidos e Israel, el programa nuclear de Irán. Este programa ha sido catalogado por dos administraciones estadounidenses como un peligro para la seguridad internacional, la administración de George W. Bush mediante la categorización del régimen iraní como un miembro del “Eje del Mal” y por la administración de Barack Obama, misma que ha doblegado sus esfuerzos para el aislamiento internacional del país persa.
 
El programa nuclear de Irán no siempre fue tildado como una amenaza para la seguridad internacional, pues primeramente fue autorizado en 1953 por el gobierno estadounidense de Eisenhower mediante el programa “Átomos para la Paz” que sostenía la intención de otorgar una cooperación de tecnología nuclear a aquellas países que estuvieran aliados con Estados Unidos. Es necesario recordar que desde 1943 y hasta 1979 Irán era conocido como el principal aliado estadounidense en el Medio Oriente. Este vinculo fue tan fuerte que le permitió al ex gobernante iraní, el Shah Mohammed Reza Pahlevi, la adquisición de tecnología militar, tecnología nuclear y de una ayuda económica destinada para el rubro de seguridad y fuerzas armadas iraníes, que le llegaron a posicionar en la sexta posición mundial en cuanto a presupuestos militares se refiere. A cambio, Irán debía de proveer a Estados Unidos de un flujo continuo de petróleo a muy bajo costo.

 

Mientras que el programa nuclear respondía a la geoestrategia estadounidense como un fin por el cual se estimaba en 1960, que para el año 2000 Irán podría ser un país energéticamente autosuficiente mediante la explotación de la energía nuclear, lo cual dejaría una mayor cantidad de hidrocarburos para el comercio internacional y en un completo beneficio para Estados Unidos, su creciente industria tanto civil como militar.

 

Estos hechos nos permiten reflexionar sobre la verdadera trascendencia de este programa nuclear y sobre el momento en el cual pasó de ser una política avalada por Estados Unidos a una causante de la inseguridad internacional. La respuesta se basa en la ruptura entre la alianza estadounidense-iraní que se mantenía previa a la Revolución Islámica, la cual se rompe después de la revolución y de la “Toma de la Embajada estadounidense en Teherán (1980-1981), provocando la ruptura no solamente de la alianza económica y militar, sino también diplomática. Desde este momento, Estados Unidos comenzó con una carrera que ha buscado el desprestigio del gobierno de los ayatolás y que desea llevarlos hacia un aislamiento internacional que pueda propiciar su caída y su vuelta a la “democracia”. Mientras que Irán ha buscado el continuar con sus objetivos geopolíticos y geoestratégicos, los cuales algunos fueron promocionados por Estados Unidos, otros se muestran como parte del deseo de cada iraní de ver a su nación nuevamente como un pivote geopolítico, lo que no se ha visto desde la caída del Imperio Persa y finalmente los objetivos contemporáneos del clero chiíta.

 

El escenario contemporáneo se presenta de una forma muy compleja, pues son muchos actores los que influyen diariamente en la toma de decisiones y donde ninguno quiere ceder ante el otro, lo cual nos deja en un punto de tensión que pone en crisis al mundo entero. Sin caer en fatalismos, es evidente que existen objetivos geopolíticos y geoestratégicos de cada país que mantiene un control tácito o implícito sobre el Medio Oriente. Objetivos que van desde la posesión de los recursos naturales energéticos que son a su vez controlados por pocos y deseados por muchos. Entre estos actores destacan Estados Unidos, China, Rusia, la Unión Europea, Arabia Saudita, Israel, Irak e Irán. Los países occidentales ya mencionados más China, buscan la posesión de los recursos naturales que mueven la industria de sus países y del mundo.

Israel juega el papel de víctima en un escenario racista donde todos en la región son sus enemigos, aunque solamente Irán ha manifestado públicamente su deseo de exterminarlos, y que necesita de la ayuda militar occidental para poderse proteger de cualquier posible ataque, pero que emplea a su vez el tema del Holocausto como medio de presión psicológica sobre la Unión Europea. Finalmente, Arabia Saudita, Irak e Irán son los países con las mayores reservas petroleras del mundo, que mueven sus mercancía a través del Golfo Pérsico para los distintos puertos comerciales del mundo. Pero dicha mercancía debe de cruzar forzosamente por el Estrecho de Ormuz, el cual se encuentra bajo la posesión de Irán.
 
Esta situación, al ser aplicada por una teoría civil nos llevaría a una opinión pública que en su mayoría demandaría que los actores dejen de ponerse trabas entre sí, permitan el flujo del oro negro y que dejen para los diplomáticos las tareas del pasado. Sin embargo, bajo la teoría realista esto es imposible, pues siguen el dicho de Thomas Hobbes: “El hombre es un lobo para el hombre”. Entonces cada uno busca su supremacía y la imposición de sus objetivos hacia otros, por lo cual no se debe de tachar a unos u a otros de villanos o héroes, sino simplemente de “humanos”.
 
Asimismo, el programa nuclear de Irán no representa una amenaza militar para Estados Unidos, idea que se nos ha vendido sobre la hipótesis de que sí el país persa logrará desarrollar una bomba nuclear, pondría en juego a la seguridad internacional. Pero no explican que en dado caso de que existiera una capacidad bélica nuclear de Irán no podría compararse en ningún medio con la estadounidense ni mucho menos con la israelí, actor cuyo programa nuclear nunca ha sido inspeccionado por el organismo nuclear de la ONU, el Organismo Internacional de Energía Atómica, qué tampoco ha ratificado el Tratado de No Proliferación, mismo que Irán si ha hecho, y donde además los expertos en la materia, como Joseph Cirincione, estima, que Israel puede llegar a poseer más de 200 armas nucleares.
 
Es entonces, bajo esta búsqueda de colocar los objetivos de unos por encima de los otros, donde algunos actores se han topado con muros que los bloquean, es decir, fuera de un contexto metafórico, Estados Unidos busca un control geoestratégico sobre los recursos energéticos del Medio Oriente, el cual obtiene mediante alianzas económicas y militares de los países con los que comparte un mismo “muro”, Irán. El país Persa como poseedor del Estrecho de Ormuz es el actor capaz de detener a Estados Unidos únicamente usando posición geográfica y geopolítica. Es por ello, que el ataque mediático, diplomático, político, económico, religioso y social en contra de Irán se vuelven las armas para hacer caer ese “muro” que impide a Estados Unidos de una posesión total sobre el petróleo, lo cual significaría su victoria y un medio para evitar el surgimiento de nuevas potencias como China y Rusia.
 
Sin embargo, recientemente se ha visto que el nuevo gobierno iraní bajo el mando del presidente Hasán Rouhaní ha dado muestras de intentar lo que posiblemente se pueda ver como un intento de reconciliación, siendo el 27 de septiembre del año en curso cuando se dio una llamada telefónica, catalogada como histórica, entre el presidente iraní y Barack Obama. La consecuencia de esta llamada se debe a que las presiones económicas estadounidenses han logrado afectar a las finanzas iraníes, e Irán está dispuesto a concesionar ciertos puntos sobre el tema nuclear como las inspecciones sin previo aviso. Aunque Irán ha dejado muy en claro que no dejará su derecho nuclear para enriquecer uranio con fines pacíficos ni acceder a dicha tecnología, bajo el esquema de la Carta de la Organización Internacional de Energía Atómica, lo cierto es que la complejidad de este asunto no tiene fecha de caducidad, aparentemente.
 
Finalmente, el Estado de Israel nuevamente se interpone entre la posibilidad de llegar a un acuerdo entre Estados Unidos e Irán, para ello ha notificado su descontento no sólo a la prensa internacional, sino al Congreso estadounidense, bajo los alegatos de que las presiones sobre Irán deben de continuar y endurecerse, pues según ellos se juegan la sobrevivencia. Pero al final, lo que no dice Israel es qué un posible entendimiento entre Estados Unidos e Irán, significarían para el Estado sionista, el que se dejará de ver al país Persa como una amenaza nuclear, y entonces, tal vez, podrían los ojos de la comunidad internacional mirar hacia la desafiante actitud nuclear de ellos mismos, que cómo ya se ha planteado, no han ratificado el TNP y poseen capacidad nuclear con fines militares.
 
 
 






 
 
 

 



 
 
 
Víctor Antonio Gómez Gil Juárez. Lic. en Relaciones Internacionales por la FCPyS-UNAM, con una estancia temporal becada en La Trobe University, de Melbourne, Australia por IDP Peace Scholarship Program. Además, cuenta con un diplomado sobre Medio Oriente por la Universidad Iberoamericana y otro sobre Derechos Humanos en el Islam por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
 
Actualmente estudia la Especialidad en Inteligencia para la Seguridad Nacional en el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP). Labora como profesor docente en el Centro de Estudios Superiores de la Escuela Mexicana de Turismo y da la cátedra de Medio Oriente en la Universidad del Valle de México Campus Cuernavaca. Cuenta con publicaciones y colaboraciones en diversos medios electrónicos.
 

El Aleph es un proyecto universitario de estudiantes y egresados de la UNAM, que mediante diversas herramientas multimedia debaten sobre los temas más relevantes del acontecer internacional.

 

"El lugar donde caben todos los lugares"

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